¡Señor! Te llamo desde mi soledad…
para los mayores a veces soy “una cosa cualquiera”
para mi mismo, “un enigma”,

¡Que edad la mía! río locamente y lloro al instante.

Me acobardo y ambiciono, amo y odio,
no comprendo la vida, ni me comprendo a mi mismo.
Y los mayores tampoco comprenden mi situación,
a ti, que fuiste adolescente, ofrezco mis alegrías,
mis ilusiones.

Mis dudas, mi dolor, mis primeros fracasos.
dame tu luz, tu gracia y tu amor
los necesito.¡ Tu luz!
para ver claro mi camino, mi futuro, mis posibilidades,
mi limitación.

AMÉN