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El domingo 6 de octubre de 2024 se celebró la gran caminata en honor al Padre Manuel de Jesús Subirana, un evento que convocó a fieles de toda la Diócesis de Yoro. La peregrinación comenzó en el desvío de Ayapa y culminó en la parroquia Santiago Apóstol de Yoro, donde se encuentra enterrado el santo misionero por excelencia. durante la caminata los feligreses portaban pancartas y mensajes alusivos a la vida y obra del Santo Misionero. Animada por la devoción de la comunidad, la caminata fue un testimonio de fe y esperanza en el proceso de beatificación del Padre Subirana, cuyo legado sigue vivo en los corazones de la población yoreña. Al llegar al templo, se celebró la Santa Misa, presidida por Monseñor Héctor David García Osorio, Obispo de la Diócesis de Yoro, acompañado por el mayor número de sacerdotes diocesanos, Siervos de Jesús y Jesuitas en una manifestación de unidad y espiritualidad.

Durante la Eucaristía, Monseñor García Osorio, resaltó la importancia de la mision que nos corresponde llevar desde la Iglesia. Además, se dirigió a las autoridades del departamento, sobre todo a los diputados para invitarlos a promover el mejoramiento del pésimo estado en que se encuentran las carreteras que conducen a la cabecera departamental. Sus palabras resonaron como una llamada profética, recordando a todos la importancia de atender las necesidades básicas de la población, tal como lo hizo el Padre Subirana durante su vida.

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Este evento fue un homenaje al misionero que entregó su vida a los más necesitados y también un recordatorio de la necesidad de seguir trabajando por la justicia social y el bienestar común, en línea con los valores que el Padre Subirana defendió fervientemente.

El Padre Manuel de Jesús Subirana nació en 1807 en Manresa, provincia de Barcelona, España, y llegó a Honduras en 1856. Después de haber evangelizado a los indígenas de la Mosquitia, se estableció en Yoro, donde dedicó su vida a acompañar a los pueblos indígenas de la región. Conocido como «El Santo Misionero», defendió los derechos de los más vulnerables, luchando por la posesión de tierras para el cultivo y asegurando que los campesinos pudieran tener una vida digna. Se le atribuye el milagro de la «lluvia de peces» en Yoro, un fenómeno que según la tradición surgió como respuesta a sus oraciones para alimentar a los más necesitados. El Padre Subirana falleció el 27 de noviembre de 1864 en Potreros de los Olivos, en el departamento de Cortés, y sus restos descansan en el templo de Yoro, donde sigue siendo una figura central de devoción.

Hoy, el legado del Padre Subirana sigue vivo en la Diócesis de Yoro, como un símbolo de la fe católica y voz profética que llama a mejorar las condiciones de vida de la población. Su ejemplo continúa inspirando a los fieles y a las autoridades locales a trabajar por la justicia social, el respeto a los derechos humanos y la protección de los recursos naturales que garantizan la seguridad alimentaria. El camino hacia su beatificación fortalece la identidad de la Diócesis yoreña, recordando que la misión de la Iglesia es también promover el bienestar integral de todas las personas, especialmente de los más desprotegidos.

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